Actualizado el 14/12/2019 10:30 Compartir
Entre 1993 y 2018 han pasado por el aeropuerto de Palma 444 millones de pasajeros. Los aviones que transportaron estos pasajeros han lanzado a la atmósfera hasta 93,4 millones de toneladas de CO₂ como consecuencia de la quema de los combustibles.
Hay un crecimiento casi constante a lo largo de los años, paralelo al incremento de turistas. De hecho, entre 1997 y 2018 las emisiones de CO₂ (principal gas de efecto invernadero) se habrían doblado. Sólo en 2018, los combustibles quemados por los aviones suponen la emisión de 5,7 millones de toneladas de CO₂. Los datos muestran un incremento enorme de las emisiones sólo los últimos 3 años, coincidiendo con el gran crecimiento de plazas turísticas registrado en la isla en los últimos años y que la entidad viene señalando.
Si tenemos presente sólo en el año 2018 (último año con datos completos) vemos que la gran mayoría de emisiones de CO₂ corresponden a los trayectos efectuados entre Mallorca y Alemania (42,8%) y Mallorca y el Reino Unido (24,6% ). El grueso de las emisiones, evidentemente, está vinculado al turismo procedente de estos 2 países, que juntos acumularían un 67% del CO₂ emitido por los aviones el año pasado. Un 8,7% de las emisiones del año 2018 correspondería a los trayectos entre Palma y ciudades del resto de España, un porcentaje pequeño en relación con los destinos internacionales.
Dentro de estos cálculos no habría, por ejemplo, todo el CO₂ generado por los aviones de pasajeros procedentes de América, Asia u Oriente Medio, que no vuelan directamente a Mallorca, sólo el de la última escala antes de llegar a Palma. Así pues, el CO₂ emitido es en realidad superior al que aquí exponemos.
El crecimiento de vuelos y pasajeros de los últimos años, está estrechamente ligado al crecimiento de plazas turísticas y residenciales, y es el factor clave que ha impulsado a AENA y Enai a seguir ampliando el aeropuerto de Palma. De hecho los próximos meses hay previstos tres proyectos para incrementar el número máximo de salidas / hora un 12%, ampliar la capacidad aeroportuaria un 4,47%, hacer crecer las pasarelas de embarque (36%), las puertas de embarque (22%) y las plazas de aparcamiento (26%), tal como ha denunciado la Plataforma Contra la Ampliación del Aeropuerto hace unos días https://bit.ly/2RQ5wbd
En definitiva, es imposible hacer ninguna política climática coherente sin frenar el crecimiento de plazas turísticas y residenciales, que comportan de manera paralela un crecimiento exagerado de los vuelos y de infraestructuras como los aeropuertos, los puertos y las autopistas. Terraferida lamenta que ninguno de los responsables públicos ni privados que han participado en la COP25 haya hecho ninguna referencia a la ampliación del aeropuerto, ni a las colosales emisiones de CO₂ ligadas a esta gran infraestructura ni al modelo turístico e inmobiliario depredador impulsado en Mallorca hace décadas. Seguir con las actuales políticas de crecimiento turístico y urbanístico es una irresponsabilidad histórica que hay que corregir.
Las únicas salidas para intentar rebajar las emisiones de CO₂ en Mallorca y afrontar la crisis ecológica, implican frenar la ampliación del aeropuerto, planificar la reducción del número de vuelos y renunciar a abrir nuevas conexiones. Si las administraciones locales quieren reducir de verdad las emisiones, hay que frenar y recortar escalonadamente la capacidad de alojamiento turístico y establecer una moratoria a la construcción de nuevas urbanizaciones y chalets aislados. Hay que tomar decisiones y hay que hacerlo pronto, el tiempo se agota.
(*) La media es de 88 g de CO2 por pasajero y km de ruta (CO2 emisiones from commercial aviación, 2018 Authors: Brandon Graver, Ph.D., Kevin Zhang, Dan Rutherford, Ph.D. Date: September 2019) "The International Council of Clean Transportation"
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