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El Govern rinde homenaje a los pollencins asesinados por el franquismo Josep Pont, Miquel Marquet, Antoni Castañer y Antoni Oliver

El Govern rinde homenaje a los pollencins asesinados por el franquismo Josep Pont, Miquel Marquet, Antoni Castañer y Antoni Oliver

Actualizado el 20/04/2022 19:31                Compartir

El Govern y el Ayuntamiento de Pollença han rendido homenaje este miércoles a las cuatro víctimas de la represión franquista naturales del municipio mallorquín que han sido localizadas en las fosas exhumadas por el Govern en las Illes Balears y que han podido ser identificadas y retornadas a sus familias hasta la fecha.

Se trata de Miquel Marquet Perelló y Antoni Castañaner Cifre, recuperados de la fosa de Marratxí en septiembre de 2018; y Antoni Oliver Jordà, enterrado en una fosa común en el cementerio de Llucmajor y recuperado en enero de 2019. Sus restos ya fueron retornados a sus familias en marzo del año pasado, cuando también se les entregó el certificado del Govern Balear de víctimas del franquismo.

Y de Josep Pont Cladera, recuperado de la fosa de Calviá en octubre de 2018 e identificado este pasado mes de febrero. Sus restos han sido entregados a sus familiares en un acto íntimo celebrado esta misma mañana, junto con una copia del informe científico que certifica la identificación de los restos recuperados. Su familia fue una de las que recibió el 29 de octubre de 2021 el certificado de víctimas del franquismo que entregó el Govern a 124 familias de personas asesinadas en las Illes Balears.

La identificación biológica de los cuatro pollencins la ha llevado a cabo el laboratorio BIOMICs de la Universidad del País Vasco (Vitoria-Gasteiz), y ha sido posible gracias a los análisis de ADN realizados a partir de las muestras de los familiares y a la elaboración de estudios antropológicos desarrollados por la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Unos trabajos que se enmarcan dentro de los Planes de Actuaciones en Fosas de la Guerra Civil y el Franquismo 2018-2019 y 2021-2022 del Govern de las Illes Balears.

En total, se han podido recuperar hasta la fecha los restos de 218 personas asesinadas en las Illes durante la Guerra Civil y el Franquismo, de las cuales ya se ha identificado a 36 y retornado 34 a sus familias.

En el homenaje celebrado este miércoles en Pollença junto a los familiares de las víctimas han participado el secretario autonómico de Memoria Democrática y Sectores Productivos del Govern, Jesús Jurado; el alcalde de Pollença, Tomeu Cifre; la representante de la Comisión de Desaparecidos y Fosas de las Illes Balears, Antonia Mercadal; y la representante de la Comisión de Memoria de Pollença, Marina Llobera, entre otros.

El secretario autonómico de Memoria Democrática y Sectores Productivos del Govern ha querido agradecer en su intervención «la constancia y la lucha» de las familias, «ignoradas por todos los gobiernos hasta hace muy poco»; el trabajo de entidades memorialistas como Memoria de Mallorca o la Comisión de Memoria de Pollença, «que no han dejado de reivindicar y de proponer iniciativas para avanzar por el camino de la Verdad, la Justicia y la Reparación, hasta conseguir que la Memoria Democrática sea una de las líneas básicas en el terreno de los Derechos Humanos de esta administración autonómica y las Illes Balears una de las comunidades más avanzadas del estado en este ámbito»; y a la comunidad de investigadores e investigadoras cuyo trabajo y conocimiento, ha dicho, «es imprescindible para poder recuperar estas historias que un golpe de estado fallido, una terrible guerra civil y una dictadura cruel han intentado borrar».

«No hay concordia posible sin justicia», ha insistido Jurado. «La condición previa para que exista concordia real es que se haga justicia con las víctimas olvidadas», ha dicho el secretario autonómico que apelaba así a «la transversalidad» de la memoria democrática.

El alcalde de Pollença, por su parte, ha querido destacar la importancia del acto de este miércoles «para dar visibilidad a las familias, que ya han podido enterrar a sus familiares como corresponde, pero también para darles todo el apoyo institucional en la tarea que están haciendo por obtener Justicia y, sobre todo, por recuperar e identificar los restos de sus seres queridos». «Desde el Ayuntamiento creemos que teníamos que hacer un acto de reconocimiento público a todas estas personas que, desgraciadamente, han sufrido muchos años el silencio de las desapariciones», ha añadido Cifre.

Josep Pont Cladera

Nacido el 28 de marzo de 1910 en la calle Padrón, Josep Pont Cladera «Ros» era el primero de cinco hermanos. Simpatizante de izquierdas, trabajaba de alpargatero y chófer y fue presidente de la Juventud Pollencina (sociedad conocida anteriormente como Club de solteros) entre el año 34 y 36, y jugaba como delantero en el club de fútbol de la sociedad. Josep Pont hacía poco que se había casado con Maria Payeras Serra y todavía no tenían hijos.

Acusado de haber participado en la resistencia pollencina al golpe de estado y de haber sido quién llevó los carabineros hacia el puerto de Pollença ante la inminente entrada del ejército sublevado en el pueblo, fue puesto en busca y captura.

Su familia lo escondió más de dos meses y su padre le preparaba una fuga de la isla, pero hacia finales de septiembre de 1936, los falangistas lo encontraron y lo encerraron en la Limonera, la prisión de Pollença.

Al anochecer del 30 de septiembre lo sacaron de allí junto con Bartomeu Cabanelles Botia «el Lloquet» (gestor del ayuntamiento del Frente Popular) y Joan Domingo Covas (fundador y miembro de la ejecutiva de Esquerra Republicana Balear en el Puerto de Pollença). Ese mismo día, el comandante de la Guardia Civil informaba al juez de que las gestiones de investigación y captura de Josep Pont no habían dado resultado.

Al día siguiente por la mañana, los tres hombres aparecieron muertos alrededor del km 9 de la carretera de Andratx, con las manos atadas y con múltiples impactos de bala. Las diligencias judiciales no aportaron ningún indicio para encontrar a los culpables y los cuerpos, sin identificar, fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Calvià. La viuda de Josep Pont pudo reconocer tiempo después las ropas que llevaba su marido cuando lo mataron y se hizo entonces la inscripción definitiva con su nombre.

A pesar de su asesinato y de no poder ser, por lo tanto, juzgado en persona en la causa contra los pollencins que se opusieron al golpe de estado, Pons fue declarado en rebeldía. Una vez acabada la guerra, el tribunal de Responsabilidades Políticas lo condenó, además, a 12 años de destierro y 100 pesetas de multa.

La represión se ensañó con él y su familia. También su padre y un hermano Pedro estuvieron encerrados como presos gubernativos (es decir, sin causa judicial, solo por ser considerados de izquierdas y, por tanto, peligrosos). Otro hermano suyo, Antoni, que había pasado toda la guerra como marinero de la flota republicana, tuvo que partir al exilio en 1939 del que ya no volvería.

Antoni Castañer Cifre

Nacido el 9 de octubre de 1903 en la calle Garriga, Antoni Castañer Cifre era jornalero. Se había casado con Maria Reynés con quien vivía en la calle Llobera 16 y tenían una hija, de nombre Catalina.

Fue acusado de haber participado en los actos de resistencia al golpe de estado. Él mismo se presentó ante las nuevas autoridades al saber, al volver del trabajo, que habían ido a su casa a buscarlo. Nunca volvió

Después de estar unos días encerrado en la prisión de Pollença, fue trasladado a Palma, con otros dos prisioneros más, a donde nunca llegarían.

Su cuerpo apareció el 22 de agosto de 1936 junto a dos hombres más en el km 7,8 de la carretera Palma-Inca. Uno de estos hombres también ha sido identificado, gracias a los análisis de ADN, como Miquel Marquet Perelló. Sobre la identidad de la tercera víctima todavía se sigue trabajando. Los tres fueron enterrados en la fosa común de Marratxí, colocados uno encima del otro.

Al inscribir estas muertes en el Registro municipal se indicó que se habían producido como consecuencia de un accidente. La autopsia practicada, sin embargo, concluye que se trataba de una muerte violenta: los tres presentaban heridas de arma de fuego.

Tampoco pudieron juzgarlo en persona en la causa 57/1936 por la cual se acusaba de rebelión a 119 pollencins que habían opuesto resistencia al golpe de estado. Aún así lo declararon rebelde. Una vez acabada la guerra, el tribunal de Responsabilidades Políticas lo condenó, además, a 10 años de inhabilitación y 50 pesetas de multa.

Miquel Marquet Perelló

Nacido el 13 de agosto de 1898, Miquel Marquet Perelló «Capseta» era jornalero. Estaba casado con Margalida Aloy Solivellas, tenían 4 hijos y vivían en la calle de las Campesinas.

De militancia posiblemente socialista, después del golpe de estado y de la entrada del ejército sublevado en Pollença, fue acusado de haber participado en los actos de resistencia y de defensa del Ayuntamiento republicano, y fue puesto en busca y captura.

Estuvo escondido cerca de un mes, pero los falangistas que lo buscaban amenazaron con detener a su mujer, razón por la cual se entregó. Tras permanecer unos días detenido en Pollença, fue trasladado a Palma con dos hombres más -uno de ellos Antoni Castañer Cifre-. Nunca llegaron.

El 22 de agosto de 1936 lo encontraron muerto, junto a estos dos hombres más, en el km 7,8 de la carretera Inca-Palma. La investigación judicial sobre su muerte se cerró sin haber encontrado ninguna pista, sospechoso ni culpable.

La familia le perdió la pista tras el supuesto traslado a Palma, hasta que varios días después un conocido informó a su mujer de que había podido ver el cadáver de Miquel en el cementerio de Marratxí. Ella fue e identificó las ropas, pero para llevarse las pertenencias el juez le quería hacer firmar que era una muerte accidental, y ella se negó. Así, Miquel Marquet quedó inscrito en el libro de defunciones, sin identificar y con una explicación que contradice a la autopsia: «murió en Marratxí el día 22 de agosto a las 2 horas, a consecuencia de un accidente, según se deduce de la certificación facultativa».

Mientras tanto, la causa judicial contra los pollencins que se opusieron al golpe de estado -a quienes las nuevas autoridades acusaban de rebelión- continuaba su curso y los mismos que lo habían detenido, custodiado y hecho desaparecer, lo declararon en rebeldía.

La misma causa judicial aumentaba la represión sobre su familia: su hermano Antoni Marquet Perelló y su cuñado Antoni Aloy Solivellas fueron condenados a 30 años de prisión por el delito de adhesión a la rebelión y sufrieron la reclusión, primero en la prisión de Can Mir, después en el campamento franquista de La Savina, en Formentera, donde fueron trasladados a finales de 1940.

El propio Miquel Marquet, una vez acabada la guerra y años después de haber sido asesinado, fue juzgado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas y sentenciado a 12 años de destierro y a una multa de 50 ptas.

Antoni Oliver Jordà

Nació el 9 de enero de 1901 en la Calle Binimelis de Pollença, aunque después residió en Palma. Era el tercero de nuevo hermanos e hijo de Antoni Oliver Campomar «Canet» y Magdalena Jordà Ferrer.

No se le conocía militancia política, pero la información que tenía su familia en lo referente a las circunstancias de su muerte era que, mientras cumplía condena por delito común, se metió en problemas por haber ayudado a un preso político. Revisando la causa 978/36 se deduce que fue forzado a declarar contra el empresario alcudienc Antoni Maria Ques y que reconoció a un compañero suyo, que tuvo que inventar después de dos semanas en aislamiento e incomunicado en Can Mir.

Al igual que sucediera con otros testigos de esta causa judicial, cuando la defensa los quiso llamar a comparecer para ratificar las acusaciones, habían desaparecido.

Antoni Oliver fue encontrado muerto el 19 de diciembre de 1936, en el km 19,8 de la carretera Palma-Portocolom, con las características típicas de los asesinatos cometidos por las mílicias fascistas en aquella época: las de una ejecución extrajudicial en algún lugar apartado (Toni Oliver era el tercer asesinato que se producía en poco tiempo en el mismo lugar), que dejaba el cuerpo expuesto en la cuneta para aterrorizar al pueblo, y sin ninguna pista ni testigo de quien podía haber sido lo culpable.

La investigación sobre el asesinato se archivó en poco tiempo por falta de pruebas y Antoni fue enterrado a una fosa común del cementerio de Llucmajor, donde quedó inscrito sin identificar puesto que ni su ex mujer ni sus padres pudieron reconocer los trozos de ropa que los mostraron al efecto.


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