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El trabajo de las mujeres zapateras impulsó la industria del calzado en Mallorca

El trabajo de las mujeres zapateras impulsó la industria del calzado en Mallorca

Actualizado el 14/12/2018 06:54                Compartir

El còmic Sabateres, l'empremta de les dones de la indústria del Raiguer de la colección de cómics de la campaña «Mallorca tiene nombre de mujer», se presentó ayer en el Casal de Alaró, Son Tugores, y muestra como las zapateras hicieron posible la industria del calzado de forma silenciosa y discreta, tanto en casa como en pequeños talleres y grandes industrias del Raiguer de Mallorca.

Después de cinco cómics editados por la Dirección Insular de Igualdad, en el que las protagonistas eran mujeres con nombre y apellido que habían sido relevantes para la historia de Mallorca, ayer se presentó el primer cómic dedicado a un colectivo como el de las zapateras. La intención es hacer visible la aportación, a menudo menospreciada u olvidada, de las mujeres en los diferentes ámbitos sociales. Al acto, que tuvo lugar en el Casal Son Tugores de Alaró, participaron el vicepresidente segundo y consejero de Participación Ciudadana y Presidencia, Jesús Jurado; la directora insular de Igualdad, Nina Parrón; la concejala de Cultura, Igualdad y Cooperación del Ayuntamiento de Alaró, Aina Sastre; la ilustradora y guionista, Enriqueta Llorca; Sandra Rebassa, miembro de noúmeno, y Joana Bernat, zapatera.

El cómic se centra en la zona del Raiguer y «hemos querido visualizar los diferentes roles de las mujeres en la industria del calzado, ya que no sólo repuntaban, sino que también dirigían fábricas y muchas trabajaban en casa», relataba Sandra Rebassa, miembro de noúmeno y encargada del asesoramiento histórico para desarrollar el cómic.

«Ha sido un regalo poder hacer este cómic, pero también un reto. Es el primero dedicado a un colectivo de mujeres anónimo y no a una protagonista concreta. Esto me ha obligado a crear una historia inventada, pero siempre siendo fiel a la parte histórica, ya que son cómics con un carácter divulgativo. »Así lo explicó Enriqueta Llorca, ilustradora y guionista del cómic. «Me gustaría que las personas que lean el libro puedan intuir la gratitud y nostalgia de una época dorada de Mallorca, en el que las mujeres zapateras situaron la isla en el foco de la producción industrial del calzado de primerísima calidad.»

Según Jurado, esta es precisamente la voluntad del Departamento de Participación Ciudadana y Presidencia a través de la Dirección Insular de Igualdad: hacer que la sociedad civil y las instituciones reconozcan la importancia del trabajo de las mujeres y de su lugar en la sociedad. «Históricamente hay muchas mujeres que han sido relevantes para Mallorca, pero, con el tiempo, han ido invisibilizando. No es un hecho fortuito, es fruto de un proceso de olvido consciente por parte de una sociedad patriarcal que no veía con buenos ojos sus metas hasta el punto que no sabemos que fue una mujer la que descubrió el Myotragus b alearicus o la que dirigió la primera entidad financiera de Europa en Mallorca. »

Con la campaña «Mallorca tiene nombre de mujer», se quieren recuperar nombres y referentes femeninos que ayuden a construir una sociedad más igualitaria y en la que las mujeres puedan reflejar -se e inspirarse, explicó Nina Parrón. «Necesitamos referentes positivos de las mujeres, para sentirnos orgullosos y orgullosas de nuestras antepasadas igual que lo estamos de nuestros antepasados. Y, con estos cómics, queremos difundir los nombres de estas mujeres y las aportaciones a nuestra sociedad de una manera didáctica y entretenida ».

Para finalizar el acto, Aina Sastre quiso recordar el pasado industrial de calzado de Alaró con el testimonio de Juana Bernat, una mujer de ochenta y ocho años que hizo de zapatera en aquella época. «Las mujeres que trabajaban en las fábricas eran o bien solteras o bien en edad de ya no tener hijos. Las casadas y con hijos pequeños se veían obligadas a dejar las fábricas para asistir la familia. Aun así, no dejaban de trabajar desde casa: hacían cortes con la máquina de coser propia », relata Sastre, a la que Joana Bernat recuerda que no tenían madrinas que s'encarregassin de los niños, pero que« si hacías trabajo en la fábrica, estaba mucho mejor pagado que si hacías trabajo desde casa. A mí me gustaba ir a la fábrica, así salías de casa y hacías trabajo con otras mujeres con las que nos lo pasábamos muy bien mientras hacíamos trabajo ».


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