El
Coliseo de Roma sigue asombrando, dos mil años después de su construcción. Estamos acostumbrados a ver el anfiteatro romano con su mármol cubierto de una capa grisácea formada por la contaminación, pero en el tiempo de los gladiadores estuvo decorado con frescos con una
increíble gama de colores: rojo y blanco, ocre, azul, rosa y diferentes tonalidades de verde.
Durante la
dinastía Flavia, que detentó el poder desde el 69 al 96 d.C., el blanco del mármol dominó sobre la fachada externa del monumento, donde se esculpieron
en rojo inscripciones técnicas para indicar la procedencia de la piedra. Las estructuras internas alrededor de la arena, como las galerías, corredores y escalinatas, aparecían en
tecnicolor. El
extraordinario descubrimiento ha aparecido, durante los trabajos de restauración, a lo largo de
60 metros en una
galería secundaria, en el
tercer nivel del Coliseo, a
30 metros de altura sobre el nivel del suelo, en el lado norte.
Esos 60 metros conservan todavía
intacta –únicos en todo el monumento– la original estructura arquitectónica, desde el pavimento hasta la bóveda. En sus paredes han aflorado
elementos decorativos de palmas, flechas, coronas de laurel e inscripciones sobre el mundo de los
gladiadores. «Era
una sinfonía de colores», asegura Rossella Rea, directora del Coliseo: «Se trata de un descubrimiento sensacional, porque han aparecido
grafitis y diseños que, como en el caso de Pompeya, son decisivos para reconstruir la vida del anfiteatro en el curso de su larga historia».
El público firmaba en las paredes
Los restauradores han encontrado en las paredes
firmas de espectadores y de viajeros extranjeros que acudían a presenciar los espectáculos con gladiadores y fieras. «Estos decorados son el testimonio de la vida deportiva del Coliseo, frecuentado por un público numeroso y popular», añade Rossella Rea. Además de los diseños y antiguas letras del alfabeto, no faltan
diseños pornográficos, como dos gruesos penes con testículos.
Se encuentran casi en la bóveda, y probablemente fueron grabados, después del
gran incendio del 217 d.C., como símbolos propiciatorios contra la mala suerte. «Todos los monumentos están llenos de ese tipo de diseños y el Coliseo no era diferente», señala la directora. Los restauradores intuyen además la presencia de
un zócalo de color burdeos de más de un metro y medio de altura, con decorados en tonos blancos, ocres, rosas y azul.
Los trabajos de
restauración terminarán en breve. Ahora, el objetivo de la dirección del Coliseo es abrir la galería al público. «Para el
verano entrará a formar parte del circuito de
visitas organizadas por grupos de
no más de 25 personas, como ya sucede para los anillos más altos del Coliseo -afirma Rossella Rea-. Hay todavía mucho que estudiar y ciertamente
habrá otras sorpresas».
El monumento más visitado
El Coliseo ocupó parte de lo que fue el lago artificial de
la Domus Aurea (Casa Dorada). Precisamente, su nombre tiene origen en la
«colosal» estatua de 120 pies de altura que
Nerón se había colocado cerca de ese lugar. El emperador
Vespasiano comenzó su construcción en el año 72. Fue el emperador
Tito el que lo inauguró 8 años después, con
100 días dedicados a juegos, en los que se mataron más de 5.000 animales.
El festival más sangriento que vivió este anfiteatro fue el que
Trajano ofreció tras conquistar la Dacia, con espectáculos en los que participaron 9.000 gladiadores y 10.000 animales, durante 117 días. Hoy el Coliseo es el
símbolo de Italia y de Roma, su monumento más visitado, siendo el tercero en Europa, después de la National Gallery de Londres y el Museo del Louvre de París.